lunes, 13 de diciembre de 2010

El caso Wikileaks

El sábado pasado se produjeron las primeras manifestaciones, derivadas de la publicación de documentos secretos de la diplomacia estadounidense, en favor de la liberación del fundador de Wikileaks, Julian Assange. No fueron más que unos cientos frente a las embajadas y consulados del Reino Unido y Suecia.
Acusado de varios cargos de supuestos abusos sexuales, violación y coacción en el país nórdico es vox populi que Estados Unidos pedirá su extradición por supuesto espionaje. En estos momentos se encuentra detenido en dependencias de Scotland Yard y será la justicia británica la encargada de dirimir su extradición o su puesta en libertad. Assange asegura que hay motivaciones políticas por el caso Wikileaks. El fallo no dejará títere con cabeza. Nunca llueve a gusto de tod@s.

El caso Wikileaks está sirviendo no sólo para destapar secretos guardados en archivos militares y diplomáticos sino que esta mostrando la cara real de los sistemas políticos que gobiernan en los países de nuestro entorno, siempre y cuando todas esas supuestas revelaciones sean ciertas -que desde luego parecen serlo. Más allá de los comentarios en las reuniones de petit comité entre diplomáticos, ministros y seres de alto rango de todo pelaje, las revelaciones están poniendo de manifiesto que el llamado sistema está podrido hasta sus raíces más profundas. Posibles crímenes de guerra, coacciones hacia estados y/o empresas y el deporte internacional más extendido: el salto a las leyes. Impunidad asegurada

En sus ramificaciones españolas el shock no es menor: Intercambio de favores entre la diplomacia estadounidense y las más altas instituciones del poder legislativo y judicial que atentan, supuestamente, contra el propio Estado, su integridad o su independencia. Los cables publicados respecto del caso Couso, o los vuelos de la CIA entre otros manifestarían graves delitos bien por acción, bien por omisión y desacreditan y desvalorizan hasta punto cero, es decir hasta dejarles sin valor, al Estado de derecho, las  libertades individuales y colectivas, la Justicia y finalmente hasta la Constitución de 1978, cuyo esfuerzo queda pulverizado. Los intereses del imperio estadounidense son supremos. Tod@s lo sabíamos, sin embargo como asegura Javier Couso, hermano de Jose Couso, respecto de aquel caso en concreto, a EL PAIS: No es lo mismo intuirlo que leerlo.