lunes, 6 de junio de 2011

La futura deuda

Los tiempos cambian, los tiempos están cambiando. Una gran verdad hoy más que nunca, hoy cambia mas rápidamente. El mundo cambia. ¿Alguien lo duda? Pero cuando el mundo cambia es necesario cambiar con él,  Be water my friend. No parece que el poder instituido esté percatándose de ello. Como en los peores ejemplos de la historia las luchas internas están dejando un país alejándose de su tiempo. Ya se sabe, España siempre llega tarde. Tiempo de duda, tiempo perdido.

El universo surgido del 15 de mayo, tan diverso y controvertido intenta romper ese círculo vicioso. Son muchas las peticiones que se hacen ya que son muchos los errores y los vicios de la joven democracia española y tanto si triunfa el movimiento como si no, estos defectos encostrados están ahí. Actualización del sistema reclaman algunas voces, actualización para no llegar al colapso. Las instancias no han dado muestras de reflexión alguna, ni de entrar en proceso, muy al contrario hasta ahora se han afianzado en sus posiciones. Conflicto en aumento.

Una carrera hacia el futuro continúa y el futuro nos espera, pero ¿qué futuro?

El punto de unión en la mayoría de reflexiones en lo político resaltan como objetivo la representatividad del voto, la transparencia en la política y la participación ciudadana en la toma de decisiones; en el ámbito económico, apuntan que la subordinación de la sociedad al poder económico ha supuesto un mundo mas desigual e injusto ¿Debe subordinarse el derecho a la vivienda al interés de la industria inmobiliaria? ¿Debe subordinarse el derecho a salud o las decisiones médicas a los intereses de la industria farmacéutica? ¿Son predominantes los derechos de las entidades financieras frente a las necesidades sociales? ¿Tiene derecho la industria alimentaria a especular con productos básicos de alimentación o a imponer semillas de frutos estériles -por modificación genética- a los agricultores? ¿Pueden las empresas incumplir continuamente las leyes mientras les resulte beneficioso?

Ésas y otras muchas preguntas parecidas son las que llevan a buscar responsables hoy en la banca y en la política. Este ahora que sucumbe ante el becerro de oro de los mercados, ante la búsqueda del beneficio en el menor tiempo posible como objetivo primordial -Una matemática imposible- ese presente que nos han ofrecido la Organización Mundial del Comercio, el Fondo Monetario Internacional, el grupo del Banco Mundial y las agencias de rating Standar&Poor´s, Moodys o Fitch Group entre otros. Un presente hipotecado por la ingeniería económica mas avanzada.

Nada asegura que las soluciones que se proponen sean las mejores posibles y no hay certeza de éxito, pero la ciudadanía está pidiendo decidir si desea endeudar su futuro y el de sus descendientes para beneficio de una minoría. Tiene derecho a decidir su futuro. Las personas tienen derecho a no ser pisoteadas por grandes empresas que imponen unilateralmente las condiciones de contratos en ocasiones abusivas. Tienen derecho como sociedad a no pagar las facturas para evitar la quiebra por desmanes de esas mismas empresas, o al menos deberían tener derecho a decidirlo. Cualquier otra opción debería ser percibida como atropello. Hay una gran deuda pendiente, una deuda soberana con la ciudadanía. Una deuda con el futuro.

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